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Rodolfo Montero, Embajador de Valderredible

(Texto integro del Pregón de Rodolfo Montero en la Casa de Cantabria (Madrid) 2017-09-23)

"Queridos todos!!! Amigos, familiares, niños, mayores, mujeres, hombres. De aquí y de allá!!!

Ante todo quiero agradecer a la CASA DE CANTABRIA, a su presidente y a toda la institución el buen hacer con “la tierruca”, por conectarnos a los que amamos nuestra región y por acercarnos a su esencia en una ciudad tan formidable como es Madrid. Os doy gracias también por hacerme merecedor de este acto y haberme encomendado la lectura de este Pregón de las Fiestas de la Bien Aparecida 2017.

Para mí es un honor que he asumido desde el primer momento con el deseo de que todos podamos reconocernos de alguna manera en mis palabras y que sean estas, un aliciente más para protagonizar estas fiestas con la intensidad, la empatía y la alegría que se merecen.

Alguien dijo una vez que “Hacer un pregón sólo consiste en hablar bien de tu tierra”. Puede ser cierto!
Y es que, para mí y creo que también para vosotros hablar bien de nuestra tierra, Cantabria, es fácil, en mi caso, porque siempre he estado cerca de ella y la he conocido, descubierto y redescubierto en diferentes fases de mi vida… Primero con mi padre tratante de ganado por diferentes ferias y mercados, después con las colonias y excursiones de la caja de ahorros de Santander y Cantabria, después con la música folk y posteriormente con el cine, con “El Prado de las estrellas” de Mario Camus, “El invierno de las Anjanas”, “Tudancos” o la serie “Cantabria”

En lo más íntimo, reconozco en Valderredible, mi valle y en San Martin de Elines, mi pueblo, la extensión de la familia; Que es amor y que es roca, que es responsabilidad y que es libertad.

Mis orígenes, mi memoria sentimental y espiritual, los recuerdos de mi infancia, la felicidad de lo pequeño y de lo auténtico cuyas impresiones marcan como ninguna otra el carácter y la sensibilidad, están ahí, en ese Valle de Valderredible, en su legado y en sus gentes!

De ese amor a la tierra y a la niñez, pues de ambas me sustento y de ese amor a la madre física que inventó para todos los hermanos la televisión con una caja de cartón en los setenta, han salido las historias más sentidas de mi vida. A la madre que me dio las claves para soñar los sueños. A la madre que me enseñó a caminar por el lado de la luz y a perdonar y perdonarme en un territorio donde solo los sueños y la libertad me hacían feliz; a A ella y por ella os voy a contar este pequeño cuento, que tiene que ver con el territorio, la infancia y los sueños, tres cosas que nuestra madre nos enseñó a apreciar desde la cuna.

LA PELÍCULA QUE NUNCA VIMOS JUNTOS

Había una vez en mi añorado valle de Valderredible, en el Sur de Cantabria, un pueblo pequeño, San Martín de Elines, una familia grande y una escuela con pocos y alegres niños. Había también una maestra severa y dictadora, un río, el ebro que cruzaba y partía el pueblo en dos y unos inviernos largos y negros como la boca de un lobo...

Y sucedió que un día la maestra, esforzada y bruta dijo en la escuela que esa semana haríamos algo muy especial, ya habíamos hecho otras cosas como ver las cuevas de Altamira (las de verdad) y quedamos maravillados con aquellos bisontes que parecían correr delante de nosotros. Ese día nos dijo: -¡Iremos al cine! A todos nos emocionó la idea; ninguno sabíamos que era aquello, pero sonaba a algo grandioso, algo que tenía que ver con los sueños...

...Tal fue la alegría entre los niños, que uno de los más pequeños, Nano (mi hermano, mi amigo y mi socio en la productora durante 25 años) llevado por la emoción, en un salto derribó todos los libros de su pupitre y la maestra con este carácter militar que la distinguió siempre, dijo: -"Laureano, tú no irás. Castigado por no saber comportarte." Se hizo el silencio entre todos los niños. Sólo se escuchaba el llorar reprimido del castigado Nano. Y sólo se veía la cara desencajada de la terca maestra cuando nos atrevíamos a mirar hacia ella.

Y llegó el día señalado para ir al cine por primera vez en nuestra vida. Para ir a la sala en cuestión había que hacer varios kilómetros y consideramos como estrategia esperar la llegada del autobús para pedir aquella maestra de hielo, levantara el castigo a mi hermano.

Recuerdo como hoy, el autobús, el conductor, el corro de niños reprimiendo la alegría como podíamos; Recuerdo a la maestra con su actitud castrense, y recuerdo a Nano, en el muro de la escuela tratando de enternecer el corazón de mármol de la profesora, con su tristeza…
En el último momento varios de los niños más mayores, pedimos que levantara aquel castigo al desdichado hermano, pero aquella, no sólo no se conmovió; sino que amenazó con dejar a los cabecillas de la propuesta en tierra. Y en aquel sálvese quién pueda, subimos todos de estampida al autobús. Subió la maestra y Nano quedó en tierra. Recuerdo que el conductor hizo el un último intento por el niño que lloraba, pero no consiguió nada.

Se cerraron las puertas, arrancó el autobús, cruzó el puente hacia la carretera y Nano corría detrás de aquel cochazo grande y viejo mientras lloraba y gritaba. Por el cristal trasero del auto seguíamos su carrera inútil que nos pareció una eternidad hasta que la distancia, el humo negro, el vaho de los cristales y la tarde que se acababa, le hicieron desaparecer…

Llegamos a la sala con el disgusto y la tensión que aquella educadora nos provocaba; se apagaron las luces y se hizo el milagro. Nunca lo olvidaré; la película era una del Oeste, posteriormente he sabido que fue rodada en Almería como tantas en aquel tiempo, el título "El hombre que mató a Billy el niño". Un amigo mío, Manolo, y yo disfrutamos de aquellos parajes, de aquellos caballos, de aquellas pistolas, de aquel honor de los buenos… Pero a final a Billy le tendían una trampa y lo acribillaban a balazos...

Había un Plano General de Billy muerto; un Plano largo que se alejaba dejando ante nosotros la panorámica del crimen… Mi amigo y yo no nos lo queríamos creer y me dijo:- “¡Ofo mira, Billy se ha movido!” Y yo también lo vi. ¡Yo también vi en aquella panorámica donde el cuerpo inerte era casi un punto, que Billy se movía!

Se dieron las luces, volvimos al pueblo y ahí estaba mi hermano Nano esperando noticias. Yo le conté la película en la cena. En la cama se la volví a contar y como para mí Billy el niño, el protagonista, no había muerto, comenzamos a imaginar juntos la segunda parte de la película.

Aquella noche Nano y yo, en ese valle lejano, hermoso y en tiempos olvidado de Valderredible, en aquella cama pesada por la media docena de mantas que nos tapaban, dimos nuestros primeros pasos como guionistas. Y aquella noche Nano y yo consideramos que aparte de astronautas o futbolistas, hacer cine podría ser una bonita profesión, pues parecía una hermosa manera de hacer felices a las personas con algo tan bonito como los sueños.

Felices fiestas y que todos disfrutemos de nuestro reencuentro con los amigos y la tierra!!! Sed felices!

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