El río Mardancho es un pequeño afluente del río Ebro que nace en las lomas de Valdelomar, en el valle de Valderredible. Recorre algo más de 13 Km., recogiendo las aguas de múltiples arroyos de escaso caudal, antes de atravesar el pueblo de Villanueva de la Nía para desembocar en el Ebro. Su cauce es pequeño y de poca entidad, aún así, sus valores ecológicos le han hecho merecedor de formar parte del Espacio Natural Protegido Río y Embalse del Ebro, una Zona de Especial Conservación (ZEC) perteneciente a la Red Natura 2000.

El recorrido nos permitirá contemplar y disfrutar diferentes paisajes, como son el mosaico agroganadero, paisaje de ribera y bosques marcescentes de roble rebollo.

La ruta comienza en Villanueva de la Nía, para ello hay que cruzar el puente sobre el arroyo Mardancho siguiendo la carretera de acceso a Berzosilla durante unos 200 metros, dejándola al pasar las últimas casas para girar a la derecha y seguir caminando por una pista de trazado casi llano.

Ignorando algunos desvíos secundarios, se conecta con la carretera hacia Villamoñico, por la que se camina un tramo muy breve, abandonándola por la derecha, para tomar otra pista casi llana que discurre entre los cultivos cercanos al arroyo Mardancho.

Con este paisaje predominante tras cruzar el Arroyo del Molino, dejamos a la izquierda las ruinas de un antiguo molino, ya casi engullidas por la vegetación.

En el kilómetro 2,750 a mano izquierda hay una construcción donde se ha reconstruido un lavadero a lado del arroyo del la Reguera, donde se puede repostar agua.

Enseguida se sale a una pista más ancha, que por la derecha nos lleva muy pronto a cruzar nuevamente el arroyo Mardancho y la carretera del valle (CA-273), entrando en Susilla.

Susilla (755 m.), hay que atravesar el pueblo por su calle principal, dejando la monumental iglesia y la mayor parte de las casas a la izquierda. La iglesia de San Miguel presume de ser unos de los templos de mayores proporciones de todo el valle, hasta el punto de ser conocido popularmente con el sobrenombre de “la catedral del Valle”. Justo a su altura a mano derecha, hay un pequeño parque que alberga una auténtica joya muy bien conservada, un antiguo potro donde se herraba al ganado. Por supuesto merece la pena desviarse unos metros para verlo.

Al salir del pueblo se toma una pista a la derecha que continúa en suave ascensión entre el monte de rebollos, siempre sin abandonarla, se llega a un amplio collado.

La bajada discurre entre robles y cultivos, y a 1,3 kilómetros encontramos un desvío a la izquierda, abandonando momentáneamente el camino principal que lleva a Villanueva de la Nía, para seguir el singular Vía Crucis integrado por cruces de gran tamaño hechas en sillería. Tras un breve repecho, alcanzamos la Ermita de la Virgen del Monte.

Ermita de la Virgen del Monte (790 m.), este edificio religioso data del siglo XVI aunque fue restaurado en 1962, dada su ubicación goza de buenas vistas sobre esta parte del valle, destacando los farallones de La Lora y la gran extensión forestal que año tras año va aumentando su superficie.

Volvemos por el mismo camino siguiendo el Vía Crucis en sentido inverso, y al llegar a la pista principal giramos a la izquierda descendiendo por ella, entrando de nuevo al pueblo de donde partimos.

Antes de llegar al final a la derecha, está la iglesia románica de San Juan Bautista, su silueta elevada sobre el promontorio de arenisca que domina el núcleo, es el elemento más reconocible de Villanueva de la Nía. A sus pies encontramos los restos de una necrópolis rupestre altomedieval. La iglesia es una de las joyas románicas del valle.