Estamos ante una de las primeras evidencias del cristianismo en Cantabria. Está datada en el periodo de repoblación (siglos VIII-X) aun cuando hay investigadores que mantienen la tesis de que se trata de manifestaciones visigodas.
Con indiscutible carácter prerrománico esta sencilla y pequeña iglesia rupestre de Santa Eulalia, se encuentra oculta tras la iglesia parroquial que lleva la advocación de San Millán, el santo eremita riojano. Tiene una sola nave y cabecera rectilínea orientada al este a la que se accede a través de un amplio y espeso arco semicircular. Esta iglesia rupestre se presenta como el ejemplo de iglesia con formas más ordenadas y regularizadas.
Su cabecera tiene forma cuadrangular y su nave rectangular debió de contar con un pilar que la dividió en dos. Presenta banco corrido labrado en las paredes. Las bóvedas y un arco de medio punto irregulares la reconcilian con las imperfecciones técnicas de los acabados características de la arquitectura rupestre.
Hasta su declaración como B.I.C. en 1985, fue también utilizada como escuela y casa de concejo.