Moroso

Moroso

Enmarcado en un paraje montaraz y lindando con Valdeprado del Río, sobre la loma que los vecinos de Moroso llamaban “la Dehesa” (a 1065m de altitud) y frente al monte de Costumbría se emplaza este despoblado en pleno extremo noroeste de Valderredible. Moroso dejó de estar habitado a finales de los años sesenta, aunque según nos relata José María del Río Soto (Moroso: andadura de mi vida) ya en torno a 1955 quedaban cinco vecinos debido al efecto de la emigración. Por aquella fecha se arregló el tejado de la iglesia, reponiendo cabrios y tejas y acarreando los vecinos el material desde Valdeprado. El topónimo Moroso parece referirse a un “asentamiento ubicado en un monte espeso”. Aparece citado, siempre con el mismo nombre, ya desde la plena Edad Media y documentado fehacientemente desde el Becerro de las Behetrías de 1350.

El acceso a los pueblos vecinos se realiza a través de cuatro caminos: al norte por el camino a Valdeprado del Río (siempre fue el principal y hoy día es apto para todoterrenos), al oeste por el “camino del hayal” a Candenosa (también despoblado), al suroeste por el camino a Navamuel (y por ende a otros pueblos de Valderredible) y al este por el camino a Reocín de los Molinos. El transporte de mercancías se realizaba mediante carros de bueyes mientras que los vecinos se desplazaban mediante caballerías o generalmente a pie.

El pueblo fue una entidad menor más de Valderredible y su concejo vecinal, como ocurrió en otros casos en el propio municipio y en Cantabria en general, sostuvo diversos pleitos con otros pueblos limítrofes por el aprovechamiento de pastos y leñas. En especial fueron largos y costosos con Valdeprado del Río en relación al monte de Costumbría y la zona denominada mata de la Bustilla, aunque finalmente ambos concejos acordaron el aprovechamiento común de los pastos limítrofes y del agua del arroyo Costumbría. El caserío constaba de quince casas, incluida la rectoral (una casona blasonada con arco de medio punto que llamaban “casa de los Cachimanes”) y tenía parecidos servicios a los otros pueblos: accesos encachados, parroquia (la iglesia de Santa Lucia con su santuca) y escuela. La vida no difería de la habitual en otros pueblos y giraba en torno al ciclo agrario y forestal: siembra y cosecha de cereales y patatas; recogida de la hierba para alimento del ganado en invierno; cría de ganado vacuno, ovino y algo de porcino; pastoreo (mientras hubo vecinos suficientes normalmente se contrataba a un pastor), aprovechamientos de leñas para el fuego de los hogares y también caza de codornices, perdices, conejos, jabalíes y palomas torcaces. La base de la dieta la componían el pan, los guisos y la carne de la matanza del cerdo tras San Martín (en salazón o adobada), que se complementaba con alguna oveja. Todo ello, junto al grano, se guardaba en la bodega, que hacía las veces de fresquera. El ganado sufría a menudo las incursiones de los lobos, que eran objeto de batidas frecuentes.

Actualmente en el lugar se observan las ruinas de lo que fueron las casas y huertos, conservándose sólo el camposanto y la fuente abrevadero (camino a Candenosa).

Para el senderismo destacan dos rutas de gran belleza natural: la travesía de Moroso, señalizada mediante cartelería rústica y que se realiza desde Navamuel, y el PR-S 34 de los pueblos abandonados, desde Valdeprado del Río. En cualquiera de los dos casos es interesante acercarse también al despoblado de Candenosa, situado a sólo 1,5 km de Moroso.

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Moroso 01
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